Con el objetivo de contrarrestar la inseguridad a la que estamos expuestos, los dispositivos electrónicos portátiles se han vuelto grandes aliados para evitar situaciones riesgosas.

Al hablar de adolescentes y niños, esto hizo que muchas familias decidan utilizar relojes con GPS o localizadores de bolsillo para rastrear -en tiempo real- el paradero de sus hijos.

“Durante los últimos cinco años estos recursos tecnológicos han adquirido un gran protagonismo en Europa, Estados Unidos y Asia Oriental. En especial, cuando los pequeños deben ir a eventos masivos (previos a la pandemia), usar el transporte público, ir a la escuela o desplazarse en largas distancias”, explica el técnico en Programación Ernesto Mayorga.

La tendencia es más limitada en Argentina, pero desde 2017 estos dispositivos se comercializan en tiendas físicas o vía e-commerce. En el catálogo, las opciones van desde rastreadores para colgar en la campera o mochila, llaveros diminutos, collares para mascotas y pulseras especiales para adultos mayores hasta chips subcutáneos (iguales a los que vemos en la serie “Black mirror”).

En nuestros intentos por privilegiar la protección ¿qué pasa con la privacidad de los chicos? “Son bastantes los tucumanos que -pese a las quejas por el uso excesivo de pantallas- recurren a ellos para tener un medio de comunicación directo ante emergencias. El problema surge por la falta de límites: bajo el afán de saber qué hacen nuestros hijos y dónde están pasamos de controlarlos a espiarlos, creando una vigilancia intrusiva que afecta su manera de obrar”, comenta la psicóloga infantil Carmen Santucho.

La especialista afirma que estas modalidades de rastreo infantil pueden retrasar la formación del juicio personal y crear una falsa sensación de protección permanente. “Aunque parezca extremista, los denominados padres helicópteros tienden a hacer seguimientos diarios a sus hijos, al punto de perjudicar el normal desarrollo de su intimidad y las relaciones afectivas con sus pares. Además, estas medidas son frecuentes dentro de hogares que padecieron hechos delictivos, desapariciones o fallecimientos que dejaron secuelas traumáticas”, explica.

Polémica

Este vínculo entre la seguridad y el registro de nuestros pasos llevó a que varios países restrinjan la utilización de geolocalizaciones por reloj en determinados ámbitos.

Por ejemplo, hace cuatro años la Agencia Federal Alemana prohibió la venta de algunos smartwatches (con sistema de audio y capacidad de llamadas) para evitar que se escuchen conversaciones ajenas en forma remota.

“Hace tiempo también se desató en España un revuelo alrededor de estos relojes con GPS porque docentes de diferentes instituciones educativas plantearon que los padres usaban estos dispositivos para escuchar, grabar y chequear lo que sucedía en las aulas sin consulta previa a los involucrados. Actos así atentan contra el artículo 16 de la Convención sobre los derechos de los niños”, agrega José Farhat, a cargo de la Secretaría de Participación Ciudadana del Ministerio de Seguridad.

Decisiones de a dos

Para sumarnos a esta clase de medidas tecnológicas preventivas Farhat destaca que las herramientas tecnológicas deben apuntar a una geolocalización consciente y evitar los espionajes bajo la mesa.

La mejor opción para evitar la inseguridad es mantener un diálogo fluido con nuestros hijos, dado que si el reloj se quedó sin batería o falló WiFi perdemos por completo la conexión. Hay que enseñarles a evaluar los riesgos o peligros latentes de los entornos en donde transitan, cuidar de sí mismos y que den el primer paso para informarnos sobre sus movimientos”, detalla.

Opciones

En Mercado Libre pueden conseguirse varios modelos de relojes o localizadores. Los más básicos cuestan alrededor de $ 3.500 y $ 4.000, mientras que aquellos con funciones extra (como cámara, botón SOS, linterna, cronómetro y/o juegos) rondan entre $ 5.200 y $ 8.000. Ambas alternativas funcionan con baterías recargables que duran de dos a tres días activas.

Para funcionar necesitan la micro tarjeta SIM de nuestra línea telefónica y contar con saldo en la cuenta. Los registros de seguimientos se hacen -según la marca- a través de diferentes aplicaciones para smartphones (disponibles en Play Store y App Store).

“Los relojes inteligentes son un furor de ventas y todos los modelos incluyen GPS. Sin embargo, esta función queda relegada a un tercer puesto porque su consumo mayoritario va destinado a monitorear nuestra actividad física, chequear el ritmo cardiaco o facilitar las respuestas de chats sin tener que sacar el celular”, aclara Mayorga.

Por eso, antes de invertir en dispositivos vestibles infantiles, el experto recomienda directamente descargar apps en el celular. “Las más eficientes son Footprints, Life360, Glympse o Google Maps. Otro camino es valernos de las redes sociales: Facebook (desde Messenger) permite compartir nuestra ubicación incluso en grupos y WhatsApp se asentó como la herramienta mejor posicionada para este objetivo”, agrega.